Dilema del Erizo


Querido alter ego Socialdemencia, desde hacía mucho tiempo que no te escribía. De hecho, te tengo olvidado. Casi un mes sin escribir por estos lados... Y es que no me daba tiempo, al menos hasta un par de días.

Ya me tiene medio harto escribir de política, lo único que he escrito en meses. Hoy me provoca algo más egoísta, pero a la vez, más humano (Y no, no es un poema). Y es que he aprendido mucho en estos meses, y sería bueno ventilarlo. Incluso, te sorprenderás, hasta he aprendido mucho de marketing... y soy terriblemente bueno. De hecho, si yo fuera neoliberal ya sería dueño de tu trasero, así que mejor dale las gracias al dios en el que yo no creo porque no es así.

Las cosas no me están yendo bien. Ya ni siquiera tengo la posibilidad de comentar de mis estudios, porque no estoy estudiando actualmente. Sencillamente, no tengo la plata para seguir estudiando. Y no es que sea fan de la universidad (que el dios en el que no creo me libre), sino que disfruto aprender.

En cuanto a empleo sigo por el mismo camino de siempre. Hasta ahora tengo 3 años de experiencia en envío de currículums... Y espero que en par de años me promuevan a Jefe de departamento de correos. Me estoy dedicando de lleno a una página web que inventé hace casi un año, llamada Blogarizate, que está empezando a dar algunos pequeños frutos. El aumento de la visitas es exponencial, y estoy empezando a dictar talleres sobre los temas de blogs. Espero que me vaya bien con eso.

A nivel personal nunca me va mejor. Creo ser como los erizos de Schopenhauer. El dilema del erizo lo escuché hace muchos años en el animé de Evangelion (No, no soy otaku, pero ocasionalmente soy fan de algunos animes), pero nunca supe como se llamaba la historia o quien la originó hasta hace poco. El dilema del erizo nos cuenta de unos erizos o puercoespines que, al llegar el viento helado del invierno, estos se veían en la necesidad de acercarse entre ellos para darse calor. Sin embargo, cada vez que lo hacían, se lastimaban mutuamente con sus espinas. Y así empieza el dilema, o te alejas y mueres de frío o te acercas y sufres y haces sufrir al otro.

Esta historia se puede interpretar de muchas maneras, y como todo, unas más alegres que otras. La alegre nos dice que es mejor estar juntos, aunque nos hagamos daño, ya que la muerte no tiene solución, mientras que el dolor se puede aprender a sobrellevarlo. La no tan alegre y más racional nos dice que hay que ser consciente del otro, y darle su espacio de modo en qué no se puedan dañar mutuamente. Por mi parte, por alguna razón, siempre pensé que lo mejor era que el erizo aprendiera a sobrevivir sólo. Malas mañas mías de ser negativo.

Extraño a alguien, lo cual no es sorpresa, porque todos siempre estamos extrañando a alguien. Y no, no puedo escribir ni llamar, porque aparentemente ese es parte de un proceso del cual no estoy de acuerdo y que me veo obligado a cumplir.

En fin, algunas risas por un lado, algunas lágrimas por el otro. Más risas que lágrimas, pero a veces pareciera al revés, sobre todo en estos días que transcurren...

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